Historia Sagrada Parábolas de las diez vírgenes y el rico Epulón

SAN JUAN BOSCO

Para animarnos a mirar con solicitud todo aquello que atañe a nuestra salvación, el Salvador propuso la parábola de las diez vírgenes, de la siguiente manera: El reino de los cielos es semejante a diez vírgenes, que salieron con sus lámparas a recibir al esposo y a la esposa. Cinco de ellas eran necias y cinco prudentes.

Las primeras tomaron las lámparas, pero no aceite. Las segundas tomaron lo uno y lo otro. Tardando en llegar el esposo, se echaron a descansar y se durmieron.

A medianoche, se oyó una voz que dijo:

—“He aquí que llega el esposo, salid a recibirlo” . Se levantaron todas y arreglaron sus lámparas; las necias dijeron a las prudentes:

—“Dadnos de vuestro aceite, porque nuestras lámparas se apagan” . Aquellas les contestaron:

—“Para que no llegue a faltarnos a nosotras y a vosotras, id más bien a los que venden y compradlo” . Mientras iban, llegó el esposo y las prudentes lo acompañaron, y entraron con él a las bodas y se cerró la puerta. Al poco rato, llegaron las otras y dijeron:

—“Señor, abridnos también a nosotras” . Mas él les contestó:

—“En verdad os digo que no os conozco” .

Por el Reino de los Cielos se entiende el presente estado de la Iglesia y, en las vírgenes prudentes, están representados los que, viviendo en el mundo, tratan de adornarse de virtudes para la otra vida y, por esto, serán recibidos en las bodas del esposo celestial que es Jesucristo. Las vírgenes necias son una imagen de los que se apegan demasiado a las cosas del mundo, de modo que cuando comparezcan ante el divino Juez, se hallarán privados de buenas obras y serán, por consiguiente, excluidos del Paraíso.

El rico epulón y el pobre Lázaro

Con la parábola del rico epulón, el Salvador quiso enseñarnos el buen uso que debemos hacer de las riquezas.

“Había un hombre —dijo— que vestía con mucho boato y todos los días se complacía en preparar opíparos banquetes. Había asimismo un mendigo llamado Lázaro, cubierto de llagas, que yacía a la puerta del rico y, que muerto de hambre, deseaba hartarse con las migajas que caían de la mesa del rico, pero no había quien se las diera. Los perros, más compasivos que el amo, iban y le lamían las llagas. Poco tiempo después, murió Lázaro y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham (es decir, al lugar donde descansaban las almas de los justos que morían antes de la venida del Redentor).

También murió el rico, pero su alma fue sepultada en los infiernos. En medio de los más ásperos tormentos que allí se padecen, permitió Dios que el rico epulón alzase sus ojos y viera a Lázaro en el seno de Abraham.

—“Padre Abraham —exclamó— te ruego que me envíes a Lázaro para que, mojando su dedo en el agua, deje caer una gota en mi lengua, porque esta llama me causa horribles tormentos”. Abraham le contestó que merecía aquellas penas, porque había usado mal de los bienes en su vida y que era justo que Lázaro, que no había tenido más que sufrimientos, estuviese en la posesión de aquella gloria; que había un inmenso abismo entre ellos y que no podrían jamás aproximarse. Entonces dijo el rico:

—“¡Ah! Otórgame al menos este favor; envíalo a casa de mi padre a anunciar a mis hermanos mi miserable estado, a fin de que no vengan ellos también a padecer estos atroces tormentos”. Contestó Abraham: —“Tienen a Moisés y a los profetas; que los escuchen”. El replicó:

—“Si alguno de los muertos fuese a ellos, harían penitencia”. Dijo por fin Abraham: —“Si no creen a Moisés ni a los profetas, tampoco creerán aunque resucite un muerto”.

¡Ah! ¡Cuán infeliz es el estado de los condenados en el infierno, donde en tan horribles tormentos no tienen siquiera el alivio que podría dar una pequeña gota de agua!

El epulón y Lázaro, Bonifacio de Pitati, c.1540 – Óleo sobre lienzo, Galería de la Academia de Venecia

Nuestra Señora de la Guardia: Patrona de Génova San Juan Eudes: Precursor de la devoción a los Sagrados Corazones
San Juan Eudes: Precursor de la devoción a los Sagrados Corazones
Nuestra Señora de la Guardia: Patrona de Génova



Tesoros de la Fe N°176 agosto 2016


El Mensaje de Fátima Ese desconocido del gran público
Nº 176 - Agosto de 2016 – Año XV Los males terribles que acarrea el divorcio El Mensaje de Fátima, ese desconocido Nuestra Señora de la Guardia Patrona de Génova Parábolas de las diez vírgenes y el rico Epulón San Juan Eudes Precursor de la devoción a los Sagrados Corazones La gracia divina antes de la venida de Cristo El palacio de Luxemburgo



 Artículos relacionados
Un autor fecundo, tres luminosas obras Revolución y Contra-Revolución — En defensa de la Acción Católica — La libertad de la Iglesia en el Estado comunista...

Leer artículo

Helado blasfemo Se diría que la imaginación de los blasfemos no tiene límites. El 19 de mayo pasado, cien helados o sorbetes elaborados con vino supuestamente consagrado y con su respectivo palito en forma de crucifijo, fueron entregados a los asistentes a la inauguración de una exhibición denominada...

Leer artículo

San Juan Damasceno San Juan Mansur, conocido como Damasceno por haber nacido en Damasco en la segunda mitad del siglo VII, era pues un cristiano de origen árabe. En aquella época Siria ya estaba dominada por los musulmanes, que habían conquistado también Palestina. Sin embargo, en ese comienzo de la ocupación islamita, aún había cierta tolerancia y libertad para los cristianos...

Leer artículo

Aux jardins de Monsieur Le Nôtre “En los jardines del Señor Le Nôtre”, tal es el título de las celebraciones con las que Francia conmemoró recientemente los 400 años del nacimiento del mayor jardinero de todos los tiempos: André Le Nôtre (1613-1700)...

Leer artículo

De las penas del Infierno ¿Qué es, pues, el infierno? El lugar de tormentos (Lc 16, 28), como le llamó el rico Epulón, lugar de tormentos, donde todos los sentidos y potencias del condenado han de tener su propio castigo...

Leer artículo





Promovido por la Asociación Santo Tomás de Aquino