Ambientes Costumbres Civilizaciones San José, Patrono de la Iglesia

Alma ardiente, contemplativa y rebosante de cariño


Plinio Corrêa de Oliveira


Esta fue la mejor estampa de San José que conocí en mi vida. Se trata claramente de una pintura ejecutada por alguien que interpretó bien el papel de San José, y que lo supo expresar en una obra artística de buena calidad.

Viajando por Europa, estuve en muchas catedrales e iglesias famosas donde se encuentran imágenes de San José. Nunca deparé con otra que representase tan bien la fisonomía espiritual del Santo Patrono de la Iglesia. Lo que importa no son los trazos físicos, sino la fisonomía espiritual del castísimo esposo de María Santísima.

Habitualmente los trazos con que San José es representado deforman un tanto aquello que él debe haber sido. Las imágenes corrientes de él presentan a un hombre que, a fuerza de ser simple, se vuelve un poco simplón, mirando y sonriendo a la manera de quien no está comprendiendo bien las cosas, a quien le falta firmeza de voluntad, y que no es un verdadero jefe.

Es necesario resaltar que en las manos de él Dios entregó el mayor tesoro que hubo en la tierra, del cual jamás habrá similar en la historia: ¡Nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de Dios humanado! Es forzoso comprender que Dios sólo puede haber designado para ello a un hombre de alto criterio, alta prudencia, alto discernimiento y alto cariño. Pero al mismo tiempo capaz de enfrentar, con inteligencia y fuerza, cualquier dificultad y cualquier adversario que se le opusiese.

Adversarios surgieron desde un inicio. Conocemos bien la persecución que Herodes quiso mover contra el Niño Jesús, la masacre de los inocentes, la necesidad de huir hacia Egipto. ¿Qué mentalidad requería tener este hombre, qué corazón, qué alma de fuego para guiar a través de tantos riesgos a Nuestro Señor Jesucristo y a la Santísima Virgen?

Él era el esposo fidelísimo de Nuestra Señora. Entre esposo y esposa es necesario que haya cierta proporcionalidad. No puede el esposo ser demasiado superior
a la esposa; ni la esposa ser desmedidamente superior al esposo. Por lo tanto, debería ser un hombre que tuviera proporción con María Santísima, pero las imágenes habitualmente difundidas no expresan esto.

Sin embargo, en este cuadro contemplamos a San José en su pobreza, su sencillez, un simple artesano de Nazaret; pero también un hombre de inteligencia, de criterio y firme. No es un sabio, ni académico. Con todo, está dotado de las credenciales para ser depositario de los secretos de Dios. ¿Qué es necesario para ello? Tener alma de fuego, alma ardiente, alma contemplativa, alma llena de cariño. Por estas razones, me gusta mucho este cuadro.  


Negar la existencia de Dios es inexcusable Palabras del director Nº 123 - Marzo 2012 - Año XI
Palabras del director Nº 123 - Marzo 2012 - Año XI
Negar la existencia de Dios es inexcusable



Tesoros de la Fe N°123 marzo 2012


Contemplación. Algo mucho más fácil y natural de lo que se imagina
Nº 123 - Marzo 2012 - Año XI El que quiera venir en pos de mí que se niegue a sí mismo Costa Concordia, Titanic del siglo XXI: ¿presagio del fin de una época? Nuestra Señora del Rosario de Pompeya Contemplación Consideraciones sobre el Padrenuestro – V San Ruperto de Salzburgo Negar la existencia de Dios es inexcusable San José, Patrono de la Iglesia



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